El periodista realiza una declaración de amor a la ciudad como «segoviano voluntario» en un discurso cargado de ironía y no exento de crítica
El deseo de la concejala de Cultura, Clara Luquero, de que el espectáculo inaugural de estas Fiestas de San Juan y San Pedro quede en la memoria de los segovianos tuvo ayer al cielo como aliado. Despejado y limpio, favoreció una temperatura agradable que invitó a miles de personas a salir y esperar para escuchar el pregón del periodista Javier Rioyo y ver después, cerca de la medianoche, el espectáculo ‘Segovia, Luz de Agua‘ que quedó inédito el año pasado.
Pero será difícil que las bondades del montaje sean tan intensas en el recuerdo como el monumental chaparrón que descargó en el 2008 sobre el Acueducto, el que impidió la representación prevista y generó una multitud de anécdotas personales sobre la huída masiva y las maneras de secarse las ropas empapadas.
En la plaza de Artillería abarrotada hasta el final, esta vez sí, la presentación de la alcaldesa y las damas de honor por el alcalde fue el preludio del acto inaugural de las fiestas. El motivo central fue el pregón de Javier Rioyo, corto como había prometido pero jugoso y culto. Y el colofón, el espectáculo ‘Segovia, Luz de Agua’, puso en las retinas luces y chorros de todas las intensidades y colores, con láser, focos y fuego, y en los oídos música, no tan llamativa ni potente como la interpretada después por el grupo Achtung Babies (canciones de U2) en la Plaza Mayor, pero bastante adecuada al montaje.
Historias de Segovia
Javier Rioyo, veterano periodista, escritor, guionista y muchas cosas más, presentó su pregón como una invitación festiva a participar más que como un mensaje lanzado desde un púlpito. Y, acostumbrado a la crítica, mencionó las cosas que más le han gustado de una ciudad a la que ofreció su declaración de amor compartido con su Alcalá de Henares natal, con guiños a otros que han pasado por aquí -María Zambrano, Machado, Gil de Biedma, Dionisio Ridruejo…- y, como él, han sido y son «segovianos voluntarios» y temporales. Un cúmulo de historias, históricas o vitales, de una ciudad «agradable y ligera, cosmopolita y paseable», que ha fascinado a la gente del cine y ha sabido «guardarse sin traicionarse demasiado».
Sin entrar en polémicas cercanas, Rioyo utilizó la ironía y evocó la articulada por los dos grupos municipales en torno al tránsito del ecobús por el Acueducto, por el que han pasado «cuadrigas y carretas», y mencionó los problemas de los segovianos que vienen de fuera y quieren ir a todos lados en coche sin darse cuenta de que Segovia es para estar «paseándola» porque las dimensiones de su casco histórico son las que son y no caben más coches.
Y destacó el escritor «lo sobrada que está Segovia de iglesias», de un rico patrimonio bastante bien conservado, de su excelencia en bares, restaurantes y gastronomía y, sin embargo, pese a la tradición intelectual centenaria y a sus aspiraciones culturales, «lo justita y roñosa que está en librerías». Por eso, porque la ciudad ha sabido guardarse pero tiene que hacer más, el mensaje de su pregón vislumbró un futuro «que no es sólo mirarse el ombligo».
Fuente: www.elnortedecastilla.es